Reconocí como mendigo a mi exnovio que desapareció el día de nuestra boda — y su explicación me dejó en shock

Nunca imaginé que volvería a ver a Jacob —mi exnovio— y mucho menos como un mendigo en Central Park. Pero lo que reveló durante nuestro inesperado encuentro cambió todo lo que creía saber sobre mi pasado… incluso sobre mi propia familia.
Todo comenzó como una mañana cualquiera en Nueva York.
—Vamos, Nina, solo una porción más antes de que te vayas —bromeó mi amigo Eric con su sonrisa de siempre.
—Ni pensarlo —me reí mientras tomaba mi bolso—. Tengo que tomar un vuelo, pero antes quiero dar una última caminata por Central Park.
—Te vas a arrepentir cuando estés en aburrido St. Louis soñando con la pizza auténtica de Nueva York —gritó desde la puerta.
Había sido un fin de semana increíble —compras en SoHo, cafés modernos, cenas en terrazas viendo las luces de la ciudad. Pero, por alguna razón, Nueva York siempre traía de vuelta el recuerdo de Jacob… y ese día tenía un presentimiento extraño.
Y entonces lo vi.
Desaliñado. Sentado en un banco. Con la mirada perdida… pero inconfundible. Mi corazón se detuvo.
—¿Jacob? —pregunté con cautela.
Alzó la vista. Sus ojos se abrieron de sorpresa.
—¿Nina? ¿De verdad eres tú?
—Sí. Soy yo —respondí, tratando de mantener la calma—. ¿Qué te pasó?
—Es una larga historia… ¿Podemos hablar?
Caminamos en silencio hasta un café cercano. Compré algo de comida para los dos y volvimos al parque. Nos sentamos en un banco. Yo ya no podía esperar más.
—Empieza desde el principio —le pedí, seria.
Jacob suspiró profundamente.
—Dos horas antes de nuestra boda, unos hombres entraron a mi habitación de hotel. Dijeron que tu padre los había enviado.
—¿Mi padre? —me quedé sin aliento.
—Sí. Me golpearon hasta dejarme inconsciente. Cuando desperté, no sabía quién era. Perdí la memoria. Vagué por las calles intentando sobrevivir. Con el tiempo, algunos recuerdos comenzaron a regresar… pero ya no tenía nada.
Lo miré, entre la incredulidad y la compasión.
—¿Estás diciendo que mi padre te hizo esto?
Asintió con la cabeza, con la mirada llena de dolor.
—No quería que me casara contigo.
—¿Y por qué no volviste? —mi voz tembló—. ¿Por qué no intentaste buscarme?
—Me dejaron sin nada —dijo en voz baja—. Ni siquiera recordaba mi nombre durante meses. Cuando comencé a recordar, ya no sabía cómo encontrarte. Estaba perdido, Nina.
Me quedé en silencio, abrumada. El hombre que amaba había sido destrozado por algo que jamás imaginé.
—No sé qué creer —susurré.
—No espero que me perdones —respondió—. Solo quería que supieras la verdad.
Me levanté. No podía quedarme más tiempo.
—Cuídate, Jacob —dije en voz baja mientras me alejaba con el corazón hecho pedazos.
Esa noche, ya en el apartamento de Eric, no podía dejar de pensar en lo ocurrido.
—¿Estás bien? —me preguntó, notando mi distracción.
—Vi a Jacob —le confesé.
—¿A tu ex? —abrió los ojos sorprendido.
—Sí. No está bien. Me dijo que mi padre mandó a que lo golpearan el día de nuestra boda.
—Eso suena completamente loco —sacudió la cabeza—. ¿Le crees?
—No lo sé…
A la mañana siguiente, regresé al parque. No podía irme sin respuestas. Me senté en el mismo banco, repasando la conversación una y otra vez.
Saqué mi celular y llamé a mi padre.
—¿Nina? ¿Qué pasa?
—Vi a Jacob —le dije.
Un silencio tenso.
—¿Ese tipo tuvo el descaro de aparecer?
—Me dijo que tú mandaste a que lo secuestraran.
Una pausa larga.
—No lo secuestré —respondió al fin—. Le pagué para que se alejara de ti. Le di dinero… y lo aceptó.
Mi mundo se vino abajo.
—¿Qué?
—No era el hombre para ti. Hice lo que creí mejor.
—¡Destruiste mi felicidad! —grité, colgando con las manos temblando.
Entonces, al buscar mi billetera… no estaba. Me congelé. ¡Jacob la había robado!
Toda mi confianza se desplomó. ¿Todo lo que me dijo fue mentira? ¿Cómo pude ser tan ingenua?
Me quedé sentada, con el alma hecha trizas. Traicionada por el hombre que una vez amé… y por mi propio padre.
Un desconocido pasó y me vio llorar.
—¿Estás bien?
Levanté una sonrisa vacía.
—Estaré bien —respondí, poniéndome de pie.
Caminé sabiendo que no podía cambiar el pasado… pero sí podía decidir cómo avanzar.
Era hora de reconstruirme, paso a paso, dejando las traiciones atrás… donde pertenecen:
en la sombra.