Historias

El nieto que cumplió el último deseo de su abuela

Hernán siempre valoró profundamente a su familia. Por eso, cuando su abuela falleció, decidió cumplir su último deseo: reconstruir la vieja casa que su difunto esposo le había construido. Aunque no tenía mucho dinero, estaba decidido a hacerlo. Lo que no sabía era que ese gesto de amor cambiaría su vida para siempre.

El testamento y la decepción

Tras el funeral, Hernán y su primo Walter fueron citados en la oficina del abogado. Walter no podía ocultar su emoción: estaba seguro de que la herencia sería grande. Cuando el abuelo murió años atrás, todo había quedado en manos de la abuela, así que ahora esperaba recibir una fortuna.

A diferencia de Walter, Hernán siempre fue trabajador y humilde. Nunca esperó nada de los demás; prefería ganarse la vida con esfuerzo.

En la oficina, el abogado leyó el testamento:
—“Su abuela les deja a ambos su casa.”

Walter esperó más, en silencio. Pero el abogado no añadió nada.
—“¿Y qué más?”, preguntó impaciente.
—“Nada más. La casa es todo lo que poseía al morir. Su cuenta bancaria fue cerrada antes de su fallecimiento.”

Walter estalló de furia. “¡Eso no puede ser! ¡Tenía joyas, dinero!”
El abogado, con calma, respondió: “Nada de eso fue encontrado.”

Walter salió enfadado, sin mirar atrás. Hernán lo siguió.
—“Debemos cumplir el deseo de la abuela”, le dijo.
—“¿Para qué? Ya está muerta. Haz lo que quieras con esa casa vieja”, contestó Walter, alejándose.

El descubrimiento inesperado

Hernán, aunque preocupado por sus deudas, decidió cumplir la promesa. Invirtió sus pequeños ahorros y pidió un préstamo a un amigo para iniciar la reconstrucción. Él mismo hacía gran parte del trabajo.

Un día, mientras reparaba el sistema de alcantarillado en el jardín, notó una escotilla de madera escondida bajo la tierra. Tiró de la perilla y descubrió unas escaleras que descendían hacia una habitación subterránea.

Encendió su linterna y bajó con cautela. Allí encontró un antiguo cofre de madera y, sobre él, una carta. Era del abuelo.

“A mi querido nieto Hernán:
Si estás leyendo esto, significa que cumpliste el deseo de tu abuela. Te doy las gracias por tu obediencia y tu amor.
Dentro de este cofre encontrarás algo que te pertenece. Llévale esta carta a mi abogado; él sabrá qué hacer.
Con amor, tu abuelo.”

Dentro del cofre había álbumes familiares, joyas antiguas y recuerdos de sus abuelos. Hernán sintió una gran emoción. Al día siguiente fue a la oficina del abogado y le entregó la carta.

El abogado lo miró con una sonrisa.
—“Tu abuelo sabía que serías tú quien cumpliría el deseo de tu abuela. Por eso, te dejó algo más: una cuenta bancaria con 300.000 dólares. Si no reconstruías la casa, el dinero habría sido donado a la caridad.”

La recompensa de un corazón sincero

Hernán, conmovido, decidió donar 100.000 dólares a organizaciones que ayudan a personas mayores, y usó el resto para pagar sus deudas, reconstruir la casa y abrir un pequeño negocio con su esposa.

Tiempo después, vendieron la casa donde vivían y se mudaron a la renovada vivienda de su abuela. El negocio prosperó y su familia vivió con tranquilidad y gratitud.

Walter, en cambio, nunca volvió a tener contacto con su primo. Su ambición lo dejó solo y amargado.

Lección final

  • Los abuelos no nos deben nada: la herencia no es un derecho, sino un regalo. Hernán no esperaba nada, pero fue bendecido por su amor y respeto.
  • El valor está en la familia, no en el dinero: mientras Walter vivía persiguiendo riquezas, Hernán encontró su verdadera fortuna en el amor y la gratitud.

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