Historias

Esperé 20 Años para Ser Madre – Cuando Nuestro Hijo Nació, Mi Esposo Dijo: “¿Estás Segura de Que Es Mío?”

Ethan y yo estuvimos juntos durante 21 años. Intentamos durante mucho tiempo tener un hijo, pero nunca funcionaba. En un momento, renuncié. Pero cuando cumplí 40, me di cuenta de que el tiempo ya no estaba a mi favor. Así que decidí intentarlo una última vez y me sometí nuevamente a tratamiento. Entonces, ocurrió un milagro: quedé embarazada.

Ethan estaba completamente nervioso. Tan ansioso que ni siquiera pudo estar conmigo en la sala de parto. Dijo que tenía miedo de que tuvieran que atenderlo a él en vez de a mí si se quedaba.

Di a luz a un niño sano: nuestro hijo, Liam. Dos horas después, Ethan entró a la habitación, miró al bebé y luego se acercó directamente a mí.

Y lo primero que me dijo fue:

—¿Estás segura de que es mío?

Me quedé en shock. Este hombre había estado conmigo en cada cita médica, en cada visita a la clínica. ¿Cómo podía pensar siquiera en preguntarme algo así? ¿Cómo podía acusarme de haberle sido infiel?

—¡Claro que es tuyo! ¡Hemos luchado tanto por este bebé! —le respondí, indignada.

Entonces soltó algo que me dejó sin palabras:

—Tengo pruebas que dicen lo contrario — dijo, tocando el bolsillo de su camisa.

Me contó una historia absurda: que su madre tenía “pruebas” de que yo había sido infiel. Fotos de un hombre supuestamente esperándome frente a la casa, y que, según ella, ningún bebé había nacido en mi habitación del hospital, sino que alguien había traído otro bebé para hacer parecer que era mío.

—Esto es una locura. ¡Son mentiras! ¿De verdad le crees?

—Ella no me mentiría — respondió. —Es mi madre.

—Y yo soy tu esposa. ¡La mujer que pasó por todo esto para tener a este bebé! ¡Casi muero en el parto! ¿Y me acusas de esto…?

—Volveré cuando esté listo para hablar — dijo, y se fue, dejándome allí, sola con mi hijo recién nacido.

Llamé a mi mejor amiga, Lily, entre lágrimas.

—Cree que le fui infiel. Dice que su madre tiene pruebas. Lily, es una locura. No sé qué hacer — lloré.

—Tranquila — me dijo con firmeza. —Cuéntame todo desde el principio.

Después de escucharme, su tono cambió.

—Esto no es normal, Claire. Necesitas vigilarlo. Algo no cuadra.

—¿Vigilarlo? ¿Cómo?

—Yo lo haré — dijo sin dudar. —Si está ocultando algo, lo descubriré.

Horas después, Lily me llamó.

—Claire, lo seguí. Fue a la casa de otra mujer. Lo vi entrar.

—Tienes que contratar a alguien profesional — me dijo. —Alguien que pueda descubrir la verdad.

Al día siguiente contacté a Lydia, una investigadora privada. Le conté cada detalle.

—Esto está complicado, pero conseguiré respuestas. Dame dos días — me aseguró.

Cuando llevé a Liam a casa del hospital, Ethan no apareció. Sin mensajes, sin llamadas. Solo silencio.

Esperaba ansiosa noticias de Lydia. Finalmente, una mañana tocó el timbre.

Su expresión era seria.

—Hablé con la hermana de Ethan — me dijo. —Y me reveló todo.

—¿Todo qué? — pregunté con el corazón en la garganta.

—Ethan se casó contigo por dinero — soltó sin rodeos. —Toda su familia lo sabía. Fue un plan desde el principio.

—No… — susurré, temblando.

—Durante estos 20 años, ha estado desviando dinero de tu herencia. No solo para él, sino para mantener a otra familia. Tiene tres hijos con otra mujer.

Me quedé sin aire.

Lydia deslizó una carpeta hacia mí.

—Aquí está todo: transferencias bancarias, recibos médicos, fotos. Y hay más. Parece que Ethan saboteó tus tratamientos de fertilidad. No quería que quedaras embarazada.

—¿Sabotear mis tratamientos…? ¿Otra familia…? — apenas podía hablar.

Pasé años creyendo que yo era el problema, mientras él vivía una doble vida y manipulaba todo.

—Yo lo amaba… — dije entre lágrimas. —Le di todo.

—Y por eso debes luchar, Claire — me dijo Lydia. —Por Liam. Él necesita una madre fuerte.

Tenía razón.

Llamé a mi abogado y comenzamos el proceso de divorcio. Días después, los papeles estaban sobre la mesa de la cocina.

Ethan entró por la puerta.

—¿Por qué abandonaste a tu hijo? — le pregunté.

—Claire… lo siento. Estaba confundido. Dije cosas estúpidas. Nada de eso era verdad.

—¿Ah, sí? ¿Entonces por qué no nos recogiste del hospital? ¿Dónde estuviste tres días? ¿Por qué no respondiste mis llamadas?

—Tuve un viaje de negocios urgente — respondió, con voz fingida.

—Muy interesante — dije. —¿Cómo se llaman tus tres hijos?

Su rostro se congeló.

—Ya basta — lo interrumpí. —Lo sé todo. Al salir, asegúrate de llevarte los papeles del divorcio. Gracias.

Un momento después, se fue. Todo había terminado.

Semanas después, el acuerdo se firmó. Ethan se fue con una pequeña suma, lo que consideré un buen precio para sacar a alguien tan tóxico de mi vida. La casa, el negocio y los bienes quedaron para mí, gracias a la montaña de pruebas que presentó mi abogado.

Mi equipo legal también inició procesos contra Ethan y las clínicas que colaboraron con él.

Ahora, mi enfoque es Liam. Él merece un futuro sin mentiras ni engaños.

Y al verlo dormir, por fin, me siento libre.

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