Historias

VI A UN HOMBRE SIN HOGAR ENTREGANDO DOS BOLSAS DE DINERO A NIÑOS EN LA CALLE Y LLAMÉ INMEDIATAMENTE A LA POLICÍA

Era temprano por la mañana cuando salí de la gasolinera donde trabajo como cajero. Acababa de terminar mi turno de noche y estaba a punto de ponerme los auriculares y caminar hacia la parada de autobús cuando algo al otro lado de la calle llamó mi atención.

Había un hombre de pie en la acera con dos bolsas — y dentro, había dinero en efectivo. ¡Literalmente estaba repartiendo billetes a los niños que pasaban por allí! Lo más extraño de todo era que el hombre parecía ser un indigente. Llevaba ropa sucia y desgarrada, y su aspecto general era descuidado. Nada tenía sentido.

Pensé: “Algo no está bien aquí”. Pero no tuve el valor de acercarme por mi cuenta. En lugar de eso, saqué mi teléfono y llamé a la policía.

Unos minutos después, llegaron los agentes. Caminamos juntos hacia el hombre, y uno de ellos le preguntó:

— “Señor, ¿qué está haciendo? ¿De dónde viene ese dinero?”

El hombre los miró con calma y respondió:

— “No estoy haciendo nada malo. Solo estoy devolviendo lo que no me pertenece.”

Intrigados, los oficiales le pidieron que explicara. Entonces, compartió una historia inesperada: la noche anterior, mientras dormía bajo un puente, encontró dos bolsas abandonadas junto a un contenedor de basura. Al abrirlas, descubrió que estaban llenas de billetes. Al principio, tuvo miedo. Pero luego, al ver a los niños jugando en la calle esa mañana, sintió un impulso de hacer algo bueno.

— “No sé de dónde salió el dinero, pero pensé que podía usarlo para hacer una diferencia — aunque fuera solo por un momento,” dijo con sinceridad en los ojos.

Los agentes le pidieron que los acompañara a la comisaría para presentar un informe e investigar el origen del dinero. También recogieron las bolsas como evidencia.

Los niños fueron escoltados de regreso a sus hogares, y yo me quedé allí, reflexionando sobre todo lo que acababa de presenciar. Lo que parecía una situación extraña y sospechosa terminó siendo un gesto inesperado de generosidad — aunque aún envuelto en misterio.

Al final, supe que el hombre no fue arrestado. La policía confirmó que las bolsas estaban relacionadas con un robo ocurrido días antes. Gracias a su honestidad, se recuperó una parte del dinero robado.

¿Y yo? Me quedé con una historia que nunca olvidaré — y con la lección de que, a veces, las apariencias engañan.

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