Historias

Un hombre cree que su esposa murió hace tres años, pero la encuentra por casualidad durante sus vacaciones.

Sam Jordan aún lidiaba con la pérdida de su querida esposa, Jenny, quien había fallecido en un trágico accidente automovilístico tres años atrás. Desde entonces, se había dedicado a criar solo a su hija de dos años, Mia, enfrentando no solo su propio dolor, sino también el de la niña.

Con el tiempo, y mucho esfuerzo, padre e hija lograron una cierta estabilidad emocional. Para celebrar este nuevo capítulo, Sam decidió llevar a Mia de vacaciones. Pensó que unas semanas en Venice Beach, California, serían la escapada perfecta de su rutina en Colorado.

Pasaban los días entre la playa, almuerzos tranquilos y paseos por el malecón. Hasta que, un día, ocurrió algo increíble.

Mientras disfrutaban de un helado, Mia, ahora de cinco años, gritó emocionada:

— ¡Papá, es MAMÁ!

Antes de que Sam pudiera reaccionar, la niña dejó caer su helado y salió corriendo entre la multitud.

Sam se levantó de golpe y la siguió con el corazón acelerado. La alcanzó a unos cien metros.

— ¡Mia! —jadeó—. Sabes que no puedes alejarte así de papá.

— ¡Pero papá, es mamá! —insistió, señalando a una mujer que observaba unas artesanías junto a un hombre.

Sam se agachó y sostuvo las manos de su hija.

— Cariño, sabes que mamá está en el cielo…

— ¡No! —negó ella con la cabeza—. La vi. Es igual a la foto en mi pared. ¡Es ella!

Cuando Sam miró a la mujer, sintió que el aire lo abandonaba. ¡Era Jenny! O alguien que se le parecía muchísimo.

Tomó la mano de Mia y se acercó. Pero a pocos metros, Mia se soltó y abrazó a la mujer por la cintura.

— ¡Mamá! —gritó la niña—. ¡Sabía que eras tú!

La mujer miró a Mia, desconcertada, y luego a Sam. Y entonces, el hombre que la acompañaba se dio vuelta.

Sam quedó boquiabierto: ¡era Clive, su mejor amigo! A quien no veía desde el funeral de Jenny.

— ¡Clive! —exclamó—. ¡No vas a creer esto…!

Pero Clive estaba pálido, y rápidamente agarró el brazo de la mujer.

— ¡Tenemos que irnos! —gritó.

— ¿Sam? ¿Qué pasa? —preguntó la mujer, confundida, dirigiéndose a Clive.

Pensaba que Clive era Sam.

— ¿Qué está pasando aquí, Clive? ¿Quién es ella? —preguntó Sam, colocándole una mano firme en el hombro.

La mujer sonrió.

— Soy la esposa de Sam. Soy Jenny.

— ¿Lo ves, papá? ¡Es mamá! —dijo Mia, abrazándola con fuerza.

— ¿Mamá? —dijo la mujer, tocándole la cara a Mia—. Siempre soñé con tener una hija… Iba a llamarla… Mia.

— ¡Yo soy Mia! ¡Y tú eres mi mamá, y él es mi papá!

Clive intentó soltarse.

— ¡No es lo que piensas! ¡No lo planeé! Simplemente pasó…

— ¿Qué pasó? —dijo Sam, conteniendo la rabia.

Clive confesó que, después del accidente, como el cuerpo en el coche estaba calcinado, todos asumieron que era Jenny. Pero meses después, vio un programa sobre personas desaparecidas y reconoció a Jenny. Había sobrevivido, pero con amnesia. Nunca recordó quién era.

— ¿Y no me lo dijiste? —gritó Sam—. ¡Mia y yo sufrimos tanto!

Clive bajó la mirada.

— Siempre la amé… Cuando empezaste a salir con ella, me la quitaste. Así que la recuperé…

Jenny retrocedió horrorizada.

— Me dijiste que eras mi esposo. Que los sueños con una hija eran fantasía. ¡Me mentiste!

Mientras Clive trataba de justificarse, Sam llamó tranquilamente a la policía.

Luego se sentó con Jenny y Mia, tratando de reconstruir el caos que el egoísmo de un hombre había causado.

Explicó que la memoria de Jenny tardaría en volver, y le pidió paciencia.

Jenny tomó sus manos y las de Mia.

— Estos tres años siempre sentí que algo no encajaba. Ahora siento que todo vuelve a su lugar.

Y así fue.

¿Qué aprendemos de esta historia?

El corazón sabe dónde pertenece. Aunque Jenny no recordara su pasado, algo dentro de ella le decía que no estaba viviendo la verdad.

Nunca pierdas la esperanza. Sam y Mia volvieron a encontrar el amor que creían perdido para siempre.

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