MUJER EXIGE EXPULSAR A UN PADRE SOLTERO CON UN BEBÉ QUE LLORA DE UNA CAFETERÍA — EL DESTINO LOS REÚNE NUEVAMENTE EN UNA ENTREVISTA DE TRABAJO.

EL ENCUENTRO EN LA CAFETERÍA
Era una ajetreada noche de lunes cuando Libby entró en la cafetería, pidió un café y se sentó junto a la ventana, observando las calles bulliciosas de Nueva York.
Después de un día lleno de reuniones interminables y plazos ajustados, solo quería un momento para relajarse antes de volver a casa, hacer su meditación de yoga y terminar algunas tareas más antes de dormir.

Libby dejó su iPad sobre la mesa, tomó un sorbo de su café caliente y miró a su alrededor. Fue entonces cuando su mirada se detuvo en un bebé sentado en la mesa de al lado. El pequeño tenía restos de puré de manzana en la boca, lo que la hizo fruncir el ceño con disgusto.
Libby detestaba a los bebés. No soportaba su llanto, sus rabietas y su necesidad constante de atención. Sin embargo, parecía que ese bebé, al que ella describía como sucio, la adoraba.
Justo cuando apartó la mirada, el bebé empezó a llorar. Lágrimas corrían por su rostro como un río.
Libby miró hacia la mesa de al lado y se dio cuenta de que el padre del niño seguía hablando por teléfono, lo que la irritó profundamente.
“¡Disculpe, señor!” exclamó con impaciencia. “¡Haga callar a su bebé! ¡Está llorando como si fuera su último día de vida!”
El padre se giró y, con una mirada cansada, susurró una disculpa antes de continuar la conversación mientras intentaba calmar al bebé. Pero nada cambió. El llanto continuaba.
Molesta, Libby llamó a la camarera.
“¡Por favor, muévanlos a otra mesa donde no tenga que escuchar el llanto de ese bebé terco! O mejor, ¡échalos del lugar! ¡Hagan algo, pero sáquenlos de mi vista!”
La camarera se acercó a la mesa del hombre y habló con él. Libby observó cómo él finalmente colgaba el teléfono.
“Bueno, si ella tiene un problema, debería ser ella quien se mueva,” escuchó a aquel hombre decir. “No es mi culpa, pero me disculpo por las molestias.”
Indignada con la respuesta, Libby se levantó y caminó hasta su mesa. Pero antes de que pudiera decir algo más, el bebé tomó un poco de puré de manzana y lo lanzó sobre su ropa.
Más furiosa que nunca, Libby se marchó de la cafetería y juró no volver jamás. También esperaba no volver a ver nunca más a ese hombre y su hijo.
UN AÑO DESPUÉS… EL DESTINO ACTÚA
Un año después, Libby estaba enamorada. Conoció a Trevor en el trabajo y, aunque él se interesó en ella primero, ella terminó enamorándose aún más profundamente.
Poco después, Libby descubrió que estaba embarazada.
Cuando su barriga comenzó a notarse, decidió contarle a sus padres. Pero para su sorpresa, ellos no se alegraron en absoluto.
Los padres de Libby desaprobaban su relación con Trevor. Como ella insistió en quedarse con él y casarse, ambos fueron despedidos de la empresa de su padre y, además, Libby fue eliminada del testamento familiar.
A pesar de todo, meses después, cuando la pequeña Eve nació, Libby y Trevor decidieron darle todo el amor del mundo, a pesar de sus dificultades económicas.
Trevor comenzó a trabajar en dos empleos, y Libby también empezó a buscar trabajo para ayudar con los gastos.
EL REENCUENTRO INESPERADO
Un día, Libby fue llamada para una entrevista en una editorial. Sin tener con quién dejar a su hija, decidió llevar a Eve con ella.
Al llegar, una recepcionista la detuvo antes de entrar a la sala de entrevistas.
“Lo siento, pero no puedes entrar con la bebé,” le informó la mujer.
“Lo entiendo,” respondió Libby. “Pero si la dejo sola, incomodará a otras personas. Por favor, compréndalo.”
Libby entró a la sala sin imaginar quién la esperaba adentro. Cuando vio el rostro del entrevistador, su corazón se detuvo por un instante.
Era el mismo hombre de la cafetería.
Antes de que pudiera decir algo, Eve empezó a llorar con fuerza.
Libby se sintió humillada.
El hombre, sin embargo, sonrió con amabilidad.
“¿Puedo sostenerla un momento? Creo que puedo calmarla.”
Avergonzada, Libby asintió. Para su sorpresa, Eve dejó de llorar en los brazos del hombre.
“Me encantan los bebés,” dijo él. “Soy Jonathan, director de la empresa. Y, además, soy padre soltero de un pequeño niño.”
En ese momento, Libby comprendió que el hombre al que había tratado mal un año antes era el dueño de la empresa en la que ahora pedía trabajo.
UNA LECCIÓN DE VIDA
Jonathan entrevistó a Libby y la contrató. Además, le permitió llevar a Eve al trabajo, siempre y cuando no interfiriera con sus responsabilidades.
Ese día, Libby no solo consiguió un empleo, sino que aprendió una valiosa lección.
Jonathan le enseñó que, antes que cualquier otra cosa, ser humano es lo más importante.
Y por primera vez, Libby comprendió el verdadero significado de la empatía.
Historia inspirada en hechos reales, pero ficcionalizada con fines creativos. Los nombres, personajes y detalles han sido modificados para proteger la privacidad. Cualquier parecido con personas o eventos reales es pura coincidencia.