Historias

Mis vecinos envolvieron mi coche con cinta después de que les pedí que dejaran de estacionarse en mi lugar — No lo dejé pasar

Mi nombre es Gregory Watson y he vivido en este vecindario por más de veinte años. Después de perder a mi esposa, Margaret, hace ocho años, la vida se volvió mucho más tranquila. Desde entonces, he estado solo, con la excepción de las visitas de mi nieto, Harry, durante las fiestas. Todo era pacífico… hasta que llegaron los nuevos vecinos.

Todo cambió cuando Jack y su hijo adolescente, Drew, se mudaron a la casa de al lado. No pasó mucho tiempo para notar que Jack tenía un serio problema de arrogancia. Sin pedir permiso, empezó a estacionar en el lugar de aparcamiento que corresponde a mi casa.

Intenté manejar la situación con calma. Me acerqué, le expliqué que ese lugar era mío y que sufro de dolores crónicos en las piernas, por lo que necesito estacionarme cerca de mi puerta. A Jack no le importó. Siguió estacionándose ahí, y la situación pronto se salió de control.

Un día, después de una conversación más firme, finalmente movió su coche. Pensé que todo había terminado. Pero a la mañana siguiente, me desperté y encontré mi coche completamente envuelto en cinta adhesiva. Una broma infantil y muy irrespetuosa.

Tomé fotos como prueba y comencé a pensar en cómo responder. Con la ayuda de dos vecinos más jóvenes, Noah y Kris, planeamos una venganza inofensiva pero gloriosa. Decoramos el jardín de Jack con brillantina biodegradable, colocamos docenas de flamencos de plástico rosa y colgamos campanas de viento ruidosas por todas partes. Fue espectacular.

A la mañana siguiente, Jack salió furioso… pero antes de que pudiera hacer algo, apareció la policía. Gracias a las fotos del vandalismo, fue arrestado por dañar mi coche. Drew también fue interrogado.

Después de ese día, la paz volvió a nuestra calle. Jack y Drew finalmente se mudaron. Mi lugar de aparcamiento permaneció libre, y el vecindario incluso organizó una pequeña parrillada para celebrar nuestra “victoria”.

Pero la verdad es que esto no se trataba solo de un lugar para estacionar. Era una cuestión de respeto, de defender lo justo, de vecinos que se apoyan mutuamente… y de demostrar que un poco de creatividad puede devolver el orden.

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