Historias

MI SUEGRA DECIDIÓ CASARSE A LOS 70 AÑOS – Y ME SORPRENDIÓ LO QUE APRENDÍ.

Todo comenzó una tarde cualquiera. Estaba revisando el celular cuando una foto llamó mi atención en el grupo familiar. Era Doreen, mi suegra, vestida de novia: con velo, ramo de flores, una sonrisa en el rostro y un brillo en los ojos que no le veía desde hacía años.

Casi se me cae el celular del susto.

—Esto debe ser una broma —murmuré, llamando a mi esposo, Jake—. ¿Tu madre va a casarse? ¿A los 70 años?

Él miró la foto y simplemente dijo:

—Bien por ella.

—¿Bien por ella?! —repliqué, indignada—. ¡Tiene 70 años, Jake! ¿Y conoció a ese hombre, Frank, hace apenas unos meses… en un asilo? ¿Va a hacer fiesta, usar vestido, gastar dinero…? ¿Te parece sensato?

Jake se encogió de hombros y volvió al partido de fútbol. Eso me enfureció aún más. Durante todo el día, no pude dejar de pensar en eso. En mi cabeza, era absurdo. A los 70, debería estar pensando en los nietos, no en tortas de boda.

Pero las fotos seguían llegando.

Al día siguiente, aparecieron más imágenes en el grupo. Doreen y Frank caminando tomados de la mano en el centro comercial, riendo mientras se probaban zapatillas iguales, sonriendo frente a una florería. Y entonces, algo cambió dentro de mí.

Ella estaba feliz.

Quizás más feliz de lo que la había visto nunca desde que la conocí. Esa mujer, que en los últimos años se mostraba tan callada y cansada, ahora brillaba. No se trataba de edad, dinero o de lo que pensaran los demás. Se trataba de alegría. De empezar de nuevo.

Guardé el celular y respiré hondo.

La semana siguiente, le envié un mensaje:

“Doreen, estás hermosa. Les deseo a ti y a Frank todo el amor del mundo. Gracias por recordarme que nunca es tarde para ser feliz.”

Y en ese momento, entendí que el amor no tiene edad. Y que a veces, quienes debemos madurar somos nosotros —y no quien tiene 70 años.


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