Historias

Mi Esposa y Yo Fuimos a un Orfanato para Adoptar a un Niño y Encontramos a una Niña Idéntica a Nuestra Hija.


Me sorprendió ver a una niña que era la copia exacta de mi hija: el mismo cabello castaño miel, los mismos hoyuelos y hasta la misma marca de nacimiento en la muñeca.

Mi nombre es James y soy padre de una niña increíble de cinco años llamada Olivia, fruto de mi matrimonio anterior. Cuando conocí a mi esposa, Claire, era un padre soltero tratando de equilibrar la crianza de una niña pequeña con una nueva relación.

Desde el primer momento, Claire y Olivia se llevaron de maravilla, como si estuvieran destinadas a ser madre e hija.

Hace aproximadamente un año, comenzamos a hablar sobre la adopción. Claire siempre había soñado con formar una familia más grande. Amaba a Olivia, pero también anhelaba vivir la maternidad desde el principio: sostener a un bebé en brazos, escuchar por primera vez que alguien la llamara “mamá”.

Después de muchas conversaciones, decidimos que la adopción era el mejor camino.

El Encuentro en el Orfanato

La mañana en que visitamos a la señora Álvarez, directora de un hogar infantil local, noté que Claire estaba nerviosa.

—¿Estás bien? —le pregunté con suavidad.

—Estoy muy emocionada, James, pero también un poco asustada. ¿Y si no logramos conectar con ningún niño? ¿Y si no les gustamos?

—Solo lo sabremos si lo intentamos. A los niños les encantas, lo veo cada vez que Olivia sonríe cuando está contigo. Estoy seguro de que hoy será igual.

Apenas terminé de hablar, escuchamos la vocecita de Olivia desde la sala.

—¡Mami, ¿puedo comer panqueques?!

—¡Tal vez mañana, cariño! —respondió Claire antes de volverse hacia mí y susurrar: —Tu hija me ha convertido en una chef de panqueques a tiempo completo.

Me reí y la tomé de la mano para salir.

—Afortunadamente, tenemos a la mejor cocinera de panqueques de la ciudad.

Cuando llegamos al orfanato, la señora Álvarez nos recibió con calidez. Después de conversar en su oficina, nos llevó a la sala de juegos, donde una docena de niños estaban dibujando, leyendo o jugando.

Claire se acercó a un niño que construía una torre de bloques y se arrodilló a su lado.

—¡Wow! ¡Es increíble! ¿Hasta dónde crees que puedes construirla?

Pero por más adorables que fueran los niños, no sentíamos esa conexión especial, ese momento en que sabes: Este es nuestro hijo.

Hasta que vi a una niña sentada sola en una esquina, observando a los demás jugar. Tenía el mismo cabello castaño miel y los mismos hoyuelos que Olivia. Cuando nuestros ojos se encontraron, mi corazón se aceleró.

Me acerqué con cautela.

—Hola, soy James. ¿Cómo te llamas?

Ella sonrió.

—Ángel. La señora Álvarez dice que ese nombre me queda bien.

—Es un nombre hermoso. ¿Te estás divirtiendo?

Ella se encogió de hombros y miró hacia una mesa con rompecabezas.

Entonces, noté algo que me dejó sin palabras.

Claire vio mi expresión y se acercó.

—James, ¿qué sucede?

Le señalé discretamente la muñeca de la niña. Tenía exactamente la misma marca de nacimiento que Olivia.

Claire palideció.

—Dios mío…

En ese momento, sentí una mezcla de conmoción y un instinto protector.

—Ángel —pregunté con voz suave—, ¿sabes algo sobre tus padres?

Ella negó con la cabeza.

—La señora Álvarez dice que me trajeron aquí cuando era bebé. No sabe quién me dejó, pero siempre me dice que soy especial y que quizás algún día mi familia vendrá a buscarme.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Recordé que, antes de nuestro divorcio, mi exesposa, Caroline, me había dicho que estaba embarazada. Cuando Olivia nació, ella me la entregó y desapareció de mi vida.

Pero… ¿y si había algo más en esta historia?

La Verdad Sale a la Luz

Cuando llegamos a casa, tomé el teléfono y marqué el número de Caroline.

—¿James? ¿Está bien Olivia? —contestó preocupada.

Fui directo al grano.

—Caroline, ¿tuvimos gemelas?

El silencio del otro lado fue absoluto. Luego, su voz tembló.

—¿Cómo… cómo lo descubriste?

Mi corazón latía con fuerza.

—Conocimos a una niña en un orfanato. Es idéntica a Olivia: misma cara, mismo cabello… y la misma marca de nacimiento.

Caroline rompió en llanto.

—Lo siento tanto, James. Era joven y estaba aterrada. No sabía cómo enfrentarlo. Y cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. ¿Ella… está bien?

—Sobrevivió sin una familia todo este tiempo. Pero Claire y yo la vamos a adoptar.

Caroline sollozó.

—¡Gracias! Sé que no merezco tu perdón, pero por favor cuida de ella. Ella te pertenece… igual que Olivia.

Colgué el teléfono y respiré profundamente. Iba a llevar a Ángel a casa. Ella y Olivia finalmente estarían juntas, como siempre debió haber sido.

Un Nuevo Comienzo

El proceso de adopción fue rápido, ya que Caroline confirmó la historia y aceptó firmar los documentos legales. Poco después, el juez nos concedió la custodia de Ángel.

La adaptación no fue fácil. Ángel estaba acostumbrada a vivir en un orfanato, y Olivia, aunque emocionada, tuvo que aprender a compartir su espacio con una hermana que nunca supo que existía.

Pero, poco a poco, se volvieron inseparables.

Un año después, organizamos una pequeña celebración para conmemorar oficialmente la adopción de Ángel. La llamamos el “Día de la Familia”, y las gemelas usaron vestidos idénticos.

Al final de la fiesta, vi a Caroline parada junto a un árbol en el jardín, observando a las niñas jugar. Me acerqué lentamente.

—Son hermosas —susurró.

Crucé los brazos y asentí.

—Sí, lo son. Y siempre estarán rodeadas de amor.

Caroline se limpió una lágrima.

—Gracias por darles eso.

En ese momento, supe que la ira que había sentido se había desvanecido. Lo único que realmente importaba era que Olivia y Ángel estaban juntas. Y ahora, nuestra familia estaba completa.

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