Los hijos ignoran la invitación de Navidad de su padre anciano — solo su nieto de 7 años aparece

Stewart era un padre viudo que había criado solo a sus tres hijos después de la muerte de su esposa. Aunque siempre hizo lo mejor que pudo para mantener a la familia, el dinero escaseaba, y los lujos o regalos caros nunca fueron una opción.
En el cumpleaños de sus hijos gemelos, Sean y Gregory, Stewart les regaló suéteres iguales. Decepcionados, los niños esperaban recibir tablets como las de sus compañeros de clase.
“Lo siento, chicos. Estamos un poco justos de dinero. Prometo trabajar más duro para darles lo que quieren el próximo año”, les dijo Stewart, avergonzado por no poder cumplir sus deseos.
Su hija Lucy también enfrentaba dificultades. Un día, al recogerla del ballet, la encontró llorando porque sus zapatillas estaban rotas.
“Papá, mis compañeras se burlan de mí porque mis zapatillas son viejas y de segunda mano. Me lastima mucho”, le dijo entre lágrimas.
Stewart no podía permitirse unas nuevas, pero le prometió: “Cuando me aumenten el salario, lo primero que compraremos serán tus zapatillas nuevas.”
Aunque no tenían mucho, Stewart se aseguraba de que la Navidad fuera especial. Cocinaba el platillo favorito de cada uno: pastel de manzana para Lucy, espagueti horneado para Sean y pollo asado para Gregory.
Ese año no hubo regalos, pero sí calor familiar. Después de la cena, salieron a construir un muñeco de nieve y tuvieron una guerra de bolas de nieve — una tradición que mantenían viva a pesar de la ausencia de su madre.
Pasaron los años, y los hijos de Stewart crecieron, formaron sus propias familias y dejaron de visitarlo, a pesar de vivir todos en la misma ciudad. Cada Navidad, Stewart miraba solo las fotos viejas, recordando los días felices.
Una foto en particular —donde construían un muñeco de nieve juntos— le arrancaba una sonrisa triste. “No envejeces, cariño”, le dijo a una foto de su esposa. “Intenté ser el mejor padre que pude, pero nuestros hijos querían más… Te extraño tanto.”
Aun así, decidió enviar invitaciones de Navidad una vez más. “Tal vez este año por fin aparezcan”, pensó con esperanza.
En Nochebuena, esperó mirando por la ventana. Justo cuando creía que lo habían ignorado otra vez, escuchó un golpe suave en la puerta.
“Hola, abuelo”, dijo una vocecita.
“¡Tim! ¡Qué sorpresa!” sonrió Stewart. “¿Viniste solo?!”
Tim asintió con tristeza. “Mis papás están muy ocupados, incluso en Navidad. Sé cuánto te gusta esta época, así que decidí venir.”
Conmovido, Stewart se cambió de ropa. “Entonces, ¡esto merece una celebración! Vamos a tener una gran Navidad tú y yo.”
A pesar de que su médico le había advertido sobre el frío —por riesgo de ataque cardíaco o falla renal— Stewart salió con Tim. Jugaron en la nieve y construyeron un gran muñeco de nieve. Él estaba decidido a darle una Navidad feliz a su nieto.
Cuando los padres de Tim notaron que faltaba, lo encontraron riendo y jugando con su abuelo. Pero poco después, Stewart colapsó y fue llevado de urgencia al hospital.
Al despertar, el médico le informó que había sufrido hipotermia. Sus hijos estaban en la habitación, avergonzados y preocupados.
“¿Tenía que pasarme esto para que me visitaran en Navidad?” preguntó Stewart con una sonrisa triste.
“Tim vino a mí porque dijo que ustedes estaban demasiado ocupados para celebrar con él. ¿Qué puede ser más importante que pasar la Navidad con la familia?”
Luego miró a Gregory. “Si ni siquiera en Navidad pasas tiempo con tu hijo, ¿cómo será un día cualquiera? Sean mejores padres. Sus hijos los necesitan.”
Sus palabras calaron hondo. Durante años se enfocaron en lo que su padre no pudo darles materialmente, olvidando todo el amor, el tiempo y el esfuerzo que sí les ofreció.
Tras su recuperación, Gregory, Lucy y Sean decidieron visitarlo con frecuencia. Sabían que su padre no era joven, y querían que sus propios hijos lo conocieran y compartieran con él.
Desde entonces, cada fin de semana era noche familiar. Y cuando llegaba Navidad, la casa volvía a llenarse de risas, historias… y muñecos de nieve. 🎄