Historias

LA ENFERMERA ME DIJO EN SECRETO QUE MIRARA DEBAJO DE LA CAMA DEL HOSPITAL DE MI ESPOSO—LO QUE ENCONTRÉ ME HIZO LLAMAR A LA POLICÍA.

Mi esposo, Ethan, llevaba casi una semana en el hospital.

Se sometió a una cirugía para corregir un problema antiguo en la cadera, algo que lo había atormentado durante años y que finalmente necesitaba ser tratado.

Normalmente, lo visitaba por la mañana o por la tarde, cuando los niños estaban en la escuela. Pero el viernes, mi padre se ofreció a quedarse con ellos por la noche.

Pensé que sería una gran idea sorprender a Ethan con una visita inesperada en la noche.

La Visita Sorpresa

Cuando entré en la habitación del hospital, él levantó la vista de su teléfono y se quedó completamente inmóvil.

—Hola —dije con una sonrisa, dejando mi bolso en la silla. —No me esperabas, ¿verdad?

Parpadeó varias veces y soltó una risa nerviosa.

—No. Quiero decir… ¿no viniste más temprano hoy?

—Sí. Pero tenía un poco de tiempo extra, así que decidí venir —me encogí de hombros y me senté junto a él. —Te extraño, ¿sabes?

Ethan abrió la boca, dudó un instante y luego intentó tomar mi mano, pero se detuvo a mitad de camino.

—Sam… —susurró. —No deberías… digo, debes estar agotada. Los niños…

—Los niños están con mi papá —lo interrumpí, observando su rostro. Algo en su expresión hizo que mi estómago se encogiera. —Te extrañan mucho, Ethan. Sarah lloró otra vez esta mañana.

Ethan sonrió, pero había algo raro…

No sé explicarlo, pero parecía distraído, como si su mente estuviera en otra parte.

Hablamos de cosas triviales mientras le pelaba una manzana, su bocadillo favorito. Pero durante toda la conversación, no pude deshacerme de la sensación de que algo estaba mal.

Respondía con frases cortas, evitaba mirarme a los ojos y miraba la puerta con frecuencia.

—Ethan —extendí la mano otra vez, y esta vez me dejó tomar la suya. —Dime la verdad. ¿Qué está pasando? ¿Tienes dolor? ¿Quieres que llame a la enfermera?

—¡No! —respondió demasiado rápido, luego suavizó su tono. —No… estoy bien. Solo… cansado.

La Advertencia de la Enfermera

Cuando salí de la habitación para tirar las cáscaras de manzana en la basura, me encontré con Carla.

Carla era una de las enfermeras de Ethan. Amable, habladora y siempre transmitía calma.

Se puso en mi camino y miró nerviosamente por el pasillo antes de bajar la voz.

—¿Puedo hablar contigo un segundo?

Lanzó una mirada rápida hacia la habitación de Ethan y susurró:

—Mira debajo de la cama de tu esposo cuando regreses.

Fruncí el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso?

Ella respiró hondo, echó otro vistazo al pasillo y luego fijó su mirada en la mía.

—Solo confía en mí. Lo entenderás cuando lo veas.

Sin darme más explicaciones, se alejó rápidamente, dejándome allí con un nudo en el estómago.

¿Qué Había Debajo de la Cama?

Respiré hondo y volví a la habitación de Ethan, tratando de actuar con normalidad.

Pero mi mente no paraba de dar vueltas. Las palabras de Carla seguían resonando en mi cabeza: “Mira debajo de la cama.”

Tomé la manzana que estaba pelando antes y, fingiendo torpeza, la dejé caer al suelo.

Me agaché para recogerla.

Y entonces lo vi.

Mi corazón se detuvo.

Los Ojos Debajo de la Cama

Debajo de la cama, un par de ojos me miraban fijamente.

Por un momento, pensé que era mi imaginación. Pero no.

Había una mujer escondida allí, mirándome como un ciervo atrapado en los faros de un coche.

—¿Pero qué…? —salté hacia atrás, con el corazón acelerado. —¿Quién demonios eres tú? ¿Qué haces debajo de la cama de mi esposo?

—Sam, espera… —intentó intervenir Ethan.

—¡No me digas que espere! ¿Después de todo lo que hemos pasado? ¿Después de DIEZ años juntos?

La mujer salió de su escondite, el rostro rojo como un tomate. Se veía avergonzada.

—Samantha, detente. No es lo que piensas.

—¿Ah, no? —mis ojos se llenaron de lágrimas. —¿Desde cuándo pasa esto? ¿Es por esto que has estado actuando raro, Ethan?

La mujer vaciló y luego murmuró:

—Soy organizadora de bodas…

La Verdad Sale a la Luz

—¿Qué?

Ella suspiró, luciendo aún más incómoda.

—Ethan me contrató para organizar una boda sorpresa. Para ti.

Me quedé allí, paralizada.

¿Debería reír? ¿Llorar? ¿Gritar?

La rabia que había sentido segundos antes comenzó a desvanecerse, dejando paso a una mezcla de emociones que hacían que mi pecho doliera.

Entonces, poco a poco, empecé a reír.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas.

La organizadora de bodas, Jessica, murmuró otra disculpa antes de salir de la habitación, dejándonos solos.

Ethan me miró con nerviosismo.

—Entonces… ¿qué opinas? ¿Sigues enojada conmigo?

Me acercó a él y sentí sus lágrimas humedecer mi hombro.

—Te amo —susurró. —Incluso después de diez años, cada día me enamoro más de ti.

El Desenlace

Respiré hondo, asimilando sus palabras.

Debería haber estado furiosa, y en cierto momento lo estuve. Pero ahora…

Ahora solo podía ver el amor y el esfuerzo que Ethan había puesto en esta sorpresa.

—Me diste el susto de mi vida —murmuré contra su pecho. —Pero… también te amo.

Él sonrió, aliviado, y nos abrazamos allí, sabiendo que, a pesar del susto, nuestro amor se había fortalecido aún más.


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