Él me engañó y me mintió — pero el karma lo golpeó más fuerte de lo que jamás podría haber imaginado. Pensé que había terminado con él, pero lo que ocurrió después fue aún peor.

Me llamo Ananya, y nunca pensé que sería el tipo de persona que saldría herida por amor.
Creía en los cuentos de hadas, en las almas gemelas, en la idea de que el amor verdadero siempre triunfa.
Eso fue, por supuesto, antes de conocer a Vikram.
El hombre con el que pensaba pasar el resto de mi vida.
Todo comenzó de forma inocente.
Vikram y yo nos conocimos en una fiesta de amigos, y la conexión fue instantánea.
Era encantador, atento, y tenía una forma de hacerme sentir como si yo fuera la única persona en la habitación.
Empezamos a salir poco después, y todo parecía perfecto.
Compartíamos sueños, miedos, risas… todo parecía fluir.

Creí que por fin había encontrado a alguien que nunca me traicionaría.
Pero como suele ocurrir en la vida, nada es lo que parece.
Con el tiempo, empecé a notar que algo andaba mal.
Vikram, que siempre había sido cumplido con sus palabras, comenzó a fallar.
Se mostraba distante, cancelaba planes, inventaba excusas para no verme.
Al principio, quise pensar que era el estrés del trabajo o algún problema personal.
Pero en el fondo, sabía que algo había cambiado.
Una noche, decidí sorprenderlo en su apartamento. Llevé la cena con la intención de pasar un rato juntos.
El estacionamiento estaba vacío. Las luces encendidas. Pero nadie abría la puerta.
Llamé, envié mensajes… nada.
Preocupada, usé la llave de repuesto que él mismo me había dado meses atrás.
Apenas crucé la puerta, lo sentí: algo estaba terriblemente mal.
Su abrigo en el sofá, los zapatos en la entrada… pero también señales de otra persona.
Un perfume femenino flotaba en el aire. Un tacón alto tirado en el suelo.
Se me heló la sangre.
El corazón me latía con fuerza. Todo mi ser me decía que me fuera… pero no pude moverme.
Me quedé paralizada, sin saber qué hacer.
Y entonces, escuché risas que venían del dormitorio.
No necesitaba más confirmación.
Vikram no estaba solo.
Abrí la puerta lentamente… y allí estaban.
Vikram con otra mujer, abrazados, la ropa desordenada.
La imagen me atravesó como una puñalada.
Él no me vio de inmediato. Pero cuando se giró y me reconoció, se puso pálido y se levantó de un salto.
— Ananya… — tartamudeó, mirando de mí a ella. — Esto… esto no es lo que parece.
Quise gritar, decirle todo lo que pensaba… pero estaba demasiado en shock para pronunciar palabra.
Me quedé quieta, incapaz de procesar la traición, las mentiras, la confianza rota.
La mujer, visiblemente incómoda, recogió su ropa con prisa.
Vikram se acercó a mí, pero yo retrocedí, negando con la cabeza.
— No — susurré con la voz quebrada —. No quiero tus excusas. No quiero más mentiras.
Él intentó tocarme, pero me di la vuelta y salí del apartamento sin mirar atrás.
Los días siguientes fueron un torbellino emocional: rabia, tristeza, incredulidad.
Vikram me llamaba, me escribía, rogando perdón.
Decía que había sido un error, que no sabía en qué estaba pensando, que estaba arrepentido y quería arreglar las cosas.
No respondí.
No podía.
¿Cómo hacerlo?
Pero lo que vino después fue algo que jamás habría imaginado.
Una semana después del incidente, descubrí que Vikram no solo me había engañado a mí.
La mujer con la que lo encontré… era la prometida de uno de sus mejores amigos.
Su mejor amigo. Raghav. Como un hermano para él.
La traición era mucho más profunda de lo que creía.
Y el universo aún no había terminado con Vikram.
Una tarde recibí una llamada de un número desconocido.
Era Raghav.
No perdió el tiempo en rodeos.
— Tienes que saber lo que pasó — dijo con la voz tensa. — Vikram lleva meses acostándose con mi prometida. Y acabo de enterarme.
El mundo me dio vueltas.
No solo me había sido infiel… también destruyó la vida de su mejor amigo.
Raghav no sospechaba nada, hasta que su prometida dejó escapar algunos detalles que no cuadraban. La enfrentó, y entonces confesó todo.
Y como si eso no fuera suficiente, Raghav me contó algo aún peor:
Vikram había estado robando dinero de la empresa de su propia familia.
Durante meses desvió fondos, ocultándolo todo con mentiras y manipulaciones.
Yo no podía creerlo.
El hombre en quien confié, a quien entregué mi corazón, no era solo un infiel, sino también un mentiroso y un ladrón.
Y ni siquiera parecía arrepentido.
Pero el karma, como siempre, actuó rápido.
Las mentiras de Vikram finalmente lo alcanzaron de la peor manera posible.
Su familia descubrió el fraude, y las consecuencias fueron devastadoras.
Perdió su trabajo, y ahora enfrenta cargos criminales que lo seguirán toda la vida.
Raghav, que siempre fue un amigo leal, lo eliminó de su vida para siempre.
¿Y la prometida, la mujer con la que Vikram pensó que iba a quedarse?
Lo abandonó en cuanto la verdad salió a la luz.
Vikram terminó solo. Sin pareja. Sin amigos. Sin familia.
Intentó contactarme una última vez.
Me pidió perdón otra vez, dijo que había aprendido la lección, que estaba verdaderamente arrepentido.
Pero para entonces, yo ya había seguido adelante.
No solo lo dejé atrás a él, sino también la ilusión de que el amor todo lo cura.
Hay cosas que no se pueden perdonar.
La traición no es solo un acto—es una revelación del verdadero carácter de alguien.
Nunca respondí a Vikram.
Reconstruí mi vida con una fuerza que ni yo sabía que tenía.
Y lo que más me impactó no fue lo que Vikram me hizo a mí…
Sino lo que él mismo se hizo a sí mismo.
Pensé que terminar con él era el fin de todo.
Pero la vida, como siempre, tenía un castigo aún peor reservado para él.
Y yo fui apenas una espectadora del desastre que él mismo causó.
Al final, no solo me perdió a mí.
Perdió todo lo que decía valorar.
Y eso, para mí, fue la verdadera justicia.