Historias

Dos hombres y dos verdades inesperadas

Un hombre deprimido entra en un bar y se deja caer en un taburete. Mira al camarero y dice:

—Dame seis brandis dobles.

El camarero alza una ceja.
—¿Día difícil?

—Podrías decir eso —suspira el hombre—. Acabo de enterarme de que mi padre es gay.

Al día siguiente, el mismo hombre regresa, con un aspecto aún más abatido. Pide otros seis brandis dobles.

El camarero niega con la cabeza.
—¿Otra vez por aquí? ¿Qué pasó ahora?

Con un suspiro profundo, el hombre responde:
—Acabo de descubrir que mi hijo también es gay.

En el tercer día, el hombre entra tambaleándose, completamente derrotado. De nuevo, pide seis brandis dobles.

Esta vez, el camarero, genuinamente preocupado, se inclina y le pregunta:
—Dios mío… ¿hay alguien en tu familia que le gusten las mujeres?

El hombre se toma un trago y murmura:
—Sí… mi esposa.


La crisis de identidad de un vaquero

Más tarde ese mismo día, un anciano entra en otro bar, se sienta y pide una cerveza.

El camarero, tratando de iniciar una conversación, le pregunta:
—¿Y usted, señor? ¿A qué se dedica?

El anciano responde:
—Pues, soy vaquero.

—¡Vaya! —dice el camarero—. ¿Y qué hace exactamente un vaquero?

—Bueno —dice el hombre con orgullo—, trabajo en un rancho, monto a caballo, cuido del ganado, la tierra y de todos los animales.

—Muy interesante —dice el camarero.

Un rato después, una mujer hermosa entra al bar, se sienta junto al anciano y pide una bebida.

El camarero, curioso, le pregunta:
—¿Y tú? ¿Qué haces?

Mientras el viejo escucha atentamente, la mujer responde:
—Soy lesbiana.

—¿Ah, sí? ¿Y qué significa eso exactamente? —pregunta el camarero.

—Pues —dice ella—, me despierto pensando en mujeres, desayuno pensando en mujeres, paso todo el día pensando en mujeres. Simplemente, me encantan las mujeres.

El camarero asiente, intrigado.

Un rato más tarde, el anciano se va de ese bar y entra en otro. Se sienta y pide otra cerveza.

El camarero le pregunta:
—¿Y usted, señor? ¿A qué se dedica?

El anciano se rasca la cabeza y responde:
—Pues… esta mañana pensé que era vaquero, pero la verdad… ¡creo que soy lesbiana!

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