Historias

Viuda de 91 años engaña a ladrones y salva su casa de un robo

Cuando Vernon le propuso matrimonio a Dolores, le prometió que estarían juntos por el resto de sus vidas, incluso diciendo que se irían de este mundo tomados de la mano, rumbo a su hogar eterno.

Pero la vida tenía otros planes. Un día, de repente, Vernon sufrió un infarto fulminante, dejando a Dolores sola para enfrentarse al mundo.

Vernon había sido un respetado anticuario en la ciudad, dueño de una pequeña pero exitosa tienda de antigüedades. Algunas de sus piezas más valiosas se guardaban en casa, algo que todos en el vecindario sabían. Esa curiosidad pronto atrajo problemas: una serie de intentos de robo, tanto en la tienda como en la vivienda.

Una tarde, al regresar del mercado, Dolores vio a su vecino de 31 años, Bob, parado junto a la verja, mirando hacia el interior de su casa. En cuanto él notó que ella lo había visto, se dio la vuelta y se alejó, fingiendo no haberla reconocido.

Los rumores decían que Bob estaba desempleado, bebía en exceso y que su esposa lo había dejado para volver a vivir con sus padres. La mirada inquietante de Bob quedó grabada en la mente de Dolores. Cerró bien la casa y aseguró la puerta del balcón. Más tarde, se asomó por la ventana para ver si él seguía allí, pero había desaparecido.

Días después, mientras preparaba té en la cocina, Dolores escuchó un ruido extraño en el patio trasero. Tomó una sartén como arma improvisada, abrió la puerta y vio a Bob junto a otro hombre saltando la valla.

Esa noche no pudo dormir, imaginando qué habría pasado si hubieran entrado. A la mañana siguiente, contrató a un técnico para cambiar todas las cerraduras e instalar cámaras de seguridad dentro y fuera de la casa.

Durante unos días no pasó nada. Pero una noche lluviosa, poco después de la medianoche, un fuerte golpe la despertó. Al mirar el monitor, vio que las cámaras del patio habían sido saboteadas. Desde la ventana de la cocina, alcanzó a ver a dos hombres enmascarados, vestidos de negro, rondando su propiedad. No pudo verles la cara, pero su conversación confirmaba lo peor: planeaban un robo.

Dolores reaccionó con rapidez. Llamó a la policía y, en voz alta, como si Vernon aún estuviera vivo, comenzó a hablar:

—¡Oh, Vernon! ¡Te extraño tanto! ¿Por qué tuviste que dejarme así? Ni siquiera he tocado las antigüedades que guardaste en el garaje… ¡El reloj de oro de tu abuelo y la flauta de plata de tu bisabuelo siguen seguros allí!

Vio cómo las sombras de los hombres se movían hacia el garaje, tal como había planeado. Minutos después, la señal de la cámara del garaje se cortó. La trampa estaba tendida.

La policía llegó justo a tiempo, atrapando a los intrusos con las manos en la masa y arrestándolos en el acto.

Siguiendo el consejo del oficial Robinson, Dolores llamó a su hijo Todd y le contó todo. Preocupado por su seguridad, él insistió en que se mudara con él. Pero Dolores no podía abandonar la casa llena de recuerdos de Vernon.

En su lugar, Todd pidió un traslado laboral y se mudó con su familia a la ciudad de su madre.

Ahora, Dolores y su nuera, Claire, administran juntas la antigua tienda de antigüedades de Vernon, dándole un nuevo comienzo con un nuevo nombre: La Casa de los Tesoros de Dolores y Vernon.

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