Historias

Mi Mejor Amiga Me Regaló Algo para Mi Nueva Casa, Pero Lo Que Había Dentro Me Hizo Cuestionar Nuestra Amistad.

Cuando finalmente compré mi primera casa a los 27 años, sentí que un sueño se había hecho realidad.

Después de años alquilando pequeños apartamentos y viviendo de sueldo en sueldo, finalmente había ahorrado lo suficiente para una casa modesta, pero hermosa, en un vecindario tranquilo. No era una mansión, pero era mía.

Mi mejor amiga, Ava, había estado a mi lado en todo: relaciones fallidas, problemas laborales e incontables noches en las que lloraba preguntándome si alguna vez tendría un lugar al que llamar hogar.

Así que, cuando llegó el día de la mudanza y Ava apareció con un gran regalo cuidadosamente envuelto, me sentí profundamente conmovida.

“Esto es algo especial para tu nuevo comienzo”, dijo con una sonrisa.

Ava siempre tenía un sentido dramático para todo, por lo que esperaba algo sentimental, tal vez una foto enmarcada de nosotras o una decoración divertida para la casa. Pero cuando quité el papel de regalo y levanté la tapa de la caja, mi estómago se encogió.

Dentro de la caja había una colección de cartas antiguas, fotos y—lo más inquietante—documentos con el nombre de mi ex prometido en ellos.

Mis manos temblaban mientras tomaba un papel doblado. Era un correo electrónico impreso. Mientras leía las palabras, mi respiración se entrecortó.

“Debes saber la verdad sobre Olivia.”

Miré a Ava, mi voz apenas un susurro.

—¿Qué es esto?

Ava se sentó en mi sofá, su expresión difícil de leer.

—Solo léelo.

No quería hacerlo. Había pasado los últimos dos años tratando de borrar a James de mi vida. Nuestra relación había sido una montaña rusa: apasionada pero tóxica. Él me había engañado, mentido y manipulado, hasta que finalmente encontré la fuerza para irme. Pero ver su nombre en esos papeles hizo que mi pasado chocara de lleno con mi presente.

Saqué otro papel—una fotografía. Era James, pero no estaba solo. Estaba con Ava. Juntos. En un bar. Riéndose. Mi estómago se revolvió.

Seguí buscando en la caja, mis manos ahora moviéndose más rápido, impulsadas por el pánico y la traición. Había capturas de mensajes de texto, recibos de estadías en hoteles, e incluso una nota escrita a mano de él para ella.

—No entiendo —dije, mi voz quebrada.

—¿Por qué me das esto?

Ava suspiró.

—Porque necesitas saberlo.

Las lágrimas nublaron mi vista.

—¿Saber qué? ¿Que mi mejor amiga estuvo con el hombre que me rompió el corazón?

Ava se estremeció.

—No fue así.

—¿Entonces cómo fue? —Mi voz se elevó, exigente.

Ava dudó un momento, luego susurró:

—Comenzó después de que rompieron.

Una risa amarga y afilada escapó de mí.

—¿Y eso lo hace aceptable?

—No —admitió—. Pero no sabía cómo decírtelo.

—Al principio era algo casual. Él me buscó, hablamos, y poco a poco… pasó.

Levanté la mano.

—Detente.

Todo a mi alrededor se desvaneció. Mi nueva casa, mi nuevo comienzo, todo ahora se sentía contaminado.

—Te juro que quería decírtelo —dijo Ava, su voz teñida de desesperación—. Pero luego se volvió… complicado.

La miré fijamente.

—¿Complicado cómo?

Ava se mordió el labio.

—Descubrí algo.

Metió la mano en la caja y sacó otro papel, desplegándolo con cuidado. Era una prueba de paternidad.

Leí las palabras una y otra vez, mi mente se negaba a procesarlas. Hasta que finalmente susurré:

—¿Él tiene un hijo?

Ava asintió.

—Y creo que deberías sentarte.

Me dejé caer en el sofá, aferrando el papel con mis manos temblorosas. La voz de Ava apenas era audible.

—El niño… podría ser tuyo.

Parpadeé, incapaz de comprender lo que estaba escuchando.

—Eso es imposible.

Ava respiró hondo.

—James me dijo que justo antes de que rompieran, ustedes estaban tratando de tener un bebé.

Apreté los puños.

—Sí, y pensé que nunca había sucedido.

Ava dudó.

—¿Pero y si sí pasó?

Mi corazón latía con fuerza.

—¿Qué estás diciendo?

Ava señaló los resultados de la prueba.

—James tuvo un bebé poco después de que te fuiste.

—Pero algo no cuadraba.

—Las fechas, la manera en que actuaba.

—Hice una prueba de ADN a sus espaldas.

—Los resultados dicen… que hay una alta probabilidad de que el niño sea tuyo, no de su nueva novia.

Un escalofrío recorrió mi espalda. Mi mundo se tambaleó.

Había pasado años tratando de sanar de esa relación. Y ahora, en cuestión de minutos, Ava había destrozado todo lo que creía saber. Estaba furiosa con ella. Por traicionarme. Por ocultarme esto. Por pensar que un regalo así podría ser algo más que devastador.

Pero debajo de la rabia había algo más—miedo. Si lo que decía era cierto, yo tenía un hijo. Un hijo al que nunca había conocido. Un hijo que había sido criado por otra persona, mientras yo pasaba años creyendo que estaba sola.

Me giré hacia Ava, mi voz vacía.

—¿Por qué ahora? ¿Por qué me lo dices ahora?

Ava tragó saliva con dificultad.

—Porque ya no podía vivir con la culpa.

—Te traicioné, sí.

—Fui egoísta, sí.

—Pero esto… esto es más grande que nosotras.

—Mereces saber la verdad.

Las lágrimas rodaron por mi rostro mientras volvía a mirar los documentos. Mis manos temblaban. Mi corazón dolía. Mi mente daba vueltas.

Este debía ser mi nuevo comienzo. Pero ahora, mi pasado me había alcanzado. Y no tenía idea de qué hacer a continuación.

Artigos relacionados